martes, 6 de marzo de 2012

Máquina del tiempo

Hace unas horas encontré en la recepción de mi trabajo una libélula. Se le veía torpe, trastabillando en el piso, llamando de urgencia a su torre de control en el intento de un despegue de emergencia.

El insecto buscaba la luz y una lámpara del techo despistaba su pesquisa. Le apagué el estorbo así que pudo, al fin, volar y salir a la calle.

Allá afuera la emboscaban sin bosque el ruido de los motores, el humo, la gente agitada, la mayor confusión... Se perdió de mi vista como yo, si es que estuve, me perdí de la suya.

Todavía rezo por ella una oración unimembre, bimembre, multimembre, porque sé que la suya no fue confusión de lugar. Fue más que eso: la amiga libélula trató de volar en el tiempo equivocado.

6 comentarios:

  1. Creo que la libélula no pudo tener mejor suerte que encontrarse contigo. Muassssssss

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  2. Melissa: Lo mismo me pasó a mí aquel día del 2007, cuando me compraste un libro. ¡Qué suerte!

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  3. coincido con Meli... fue una libélula muy afortunada!!
    pero qué triste, estar en el lugar equivocado no termina bien...pobrecita! Por eso te la llevaste a tu blog!!

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  4. Sí, Leydi; creo que aquí estará segura. Este caimán cuidará de ella y, si hace falta, la protegeremos en el calor de una de tus botellas.

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    1. compartirías tu libélula conmigo???

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    2. Más que eso, Leydi. Como no puedo partir la libélula (haría lo contrario de lo que dice mi post) te propongo compartirme, entre libélula y tú. Un abrazo.

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